El gato persa desciende del gato turco. Geográficamente su origen se sitúa en la zona de la antigua Persia (actualmente Irán) y Ankara en Turquía de allí el origen de su nombre.
Los gatos persas actuales surgieron en Inglaterra, producto del cruce entre el gato persa de raza pura, que fue introducido en Europa a través de Italia, y el angora turco blanco. De esta forma se obtuvo un pelo más sedoso y se multiplicaron los colores.
El persa ha ido evolucionando a más rechoncho y menos esbelto y con los ojos más grandes, más parecido al originario de Irán. Tal y como la conocemos hoy en día es una raza artificialmente, fruto de una cuidada. Fue en siglo XIX cuando se empiezan a exportar ejemplares a Inglaterra y Francia, donde alcanzaron gran popularidad.
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